miércoles, 18 de julio de 2012

La supervivencia conlleva un alto coste

La supervivencia conlleva un alto coste


Mi mirada se perdía en el horizonte, mis ojos se humedecieron y las lágrimas no tardaron en dar indicios de lo ocurrido. Las oscuras nubes se acumularon sobre nuestras cabezas, avisando de la inminente tormenta. Mi mano derecha aún se encontraba alzada, sosteniendo la pistola, y mi dedo en el gatillo. El olor de la pólvora impregnaba el ambiente y el atroz sonido del disparo retumbaba en los oídos de todos los presentes.
En ese momento no era consciente de mis actos, seguía confusa y pérdida en mis pensamientos, intentando recordar que me había llevado a aquella situación. Pero algo me sacó de mi ensimismamiento, la rauda voz de mi compañero, que en ese momento pronunciaba mi nombre seguido de una simple palabra:

- ¡Vamos!

Tardé varios segundos en reaccionar, mi respiración ahora era agitada, al igual que mi pulso. Miré sus profundos ojos oscuros y su mirada protectora. La lluvia comenzó a caer sobre nosotros, empapándonos y calándonos hasta los huesos. Abrí despacio mis labios humedecidos por el agua y en un susurro casi inaudible dije:

- Le he matado, Darren.
- No tuviste otra opción, solo había una manera de actuar y has sido la única valiente.
- Pero he pasado de ser juez a verdugo.- respondí entre sollozos-.
- No es cierto, nadie te juzga por lo sucedido.
- Sin embargo, ahora todos me temen.
- Yo no, hiciste lo correcto. Nos has salvado de nuestra propia destrucción.
- A un alto coste. Ahora mis manos están manchadas de sangre inocente.
- ¡Basta ya! No permitiré que digas esas sandeces.- me dijo en un tono que casi rozaba la suplica-. Y
ahora vámonos.-ordenó dirigiéndose al resto del grupo-.

Agarro mi mano y me empujó a seguir a los demás. A los supervivientes de la catástrofe, que ahora caminaban bajo la lluvia, amparados en la esperanza de encontrar el final de la carretera. Mientras, Darren cogió la capucha de mi sudadera y me resguardó de la lluvia y de todas las miradas indiscretas. Rodeo mis hombros con afecto y deposito un suave beso sobre mi frente. Ahora las lágrimas empezaban a empañar sus ojos, y en un tono en el que jamás le había oído utilizar murmulló:

- Debería haberte protegido, yo debería llevar esa carga tan pesada sobre mis hombros. Cada lágrima que derrames me recordará el terrible error que he cometido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario